¿De qué se ríen?
Los discursos de odio ya superan a los trolls o cuentas falsas de las redes, estamos sumergidos en una sociedad intolerante, agresiva y lista para atacar desde una trinchera hecha a la medida. Parece que cada vez hay más debate sin embargo el intercambio y el respeto naufragan en una tempestad de gritos sordos.
Divide y reinarás dice una máxima archiconocida. Y así estamos, destripándonos unos a otros en redes sociales. Los cucas y los gorilas. Unos cuestionando, otros insultando, cada uno a su turno degradando a los otros con una violencia inusitada y una potencia creciente.
Los libertarios y los k. Los argentinos, diremos alguna vez?
¿Cómo se sale adelante en un país en el que la mitad de la población celebra la miseria de la otra mitad?
¿De qué se ríen quienes festejan que cerró Télam y 700 familias se quedan sin trabajo?
¿Cómo hacen para no inmutarse quienes justifican la quita de medicación oncológica pediátrica? ¿Por qué aplauden y repostean una foto que se burla socarronamente de una persona con discapacidad?
¿Cuál es el chiste de que las universidades tengan ajuste de presupuesto?
Nadie podría negar la importancia de hacer que las instituciones funcionen eficientemente. Todos queremos un país mejor. Pero a veces no se nota. Porque las visiones de país pueden ser distintas, es lo más sano, sin embargo querer arrasar y hacer sufrir a los que piensan otra cosa es peligroso.
Los argentinos de bien, vs. los planeros. Esos cuyos hijos y nietos van a un comedor y está bien, dicen algunos buenos patriotas, que ya no reciban los alimentos que necesitan.
Hago un alto para decir que este texto no me vuelve kirchnerista. Y es un problema tener que aclararlo. Me duelen los chicos que no tienen lo suficiente para crecer sanos. Me da bronca que las universidades se achiquen en lugar de que haya más oportunidades de estudiar. Me enoja que los mismos que celebran el achique se rasguen las vestiduras hablando de educación. Me angustia que haya más gente sin trabajo y mucha otra que trabajando sin parar, cada día tiene menos. También sé que los problemas de la Argentina no empezaron hoy. Pero este texto no es sobre un gobierno sino sobre nosotros.
Desde hace tiempo estoy pensando mucho en el 2001, no quiero ser apocalíptica ni me hacen gracia los chistes de helicóptero que circulan por las redes. Alguno podrá decir que debería tomar con calma lo que pasa en las pantallas, sin embargo somos esos mismos los que andamos por la calle, de carne y hueso, y les contagiamos la esperanza o el odio irracional a nuestros hijos.
En 2001 mucha gente salió a la calle para pedir un cambio, fue traumático y doloroso y pasado el terremoto -mientras todavía retumbaban las réplicas- en todos los rincones del país las personas se empezaron a juntar para ver qué hacer, para escucharse y volver a arrancar.
En medio de esa tragedia supimos construir un nosotros, y salimos colectivamente. Cada uno tendrá sus recuerdos y síntesis de época, quizás lo más importante para mí fue que nosotros, los argentinos, éramos distintos y por eso podíamos hablar y oír; juntarnos y construir; hacer una huerta o un comedor, volver a las aulas, armar un centro vecinal; reabrir los comercios y tanto más.
Las frustraciones que cada uno transitó desde entonces no son gratuitas, y eso explica en cierta forma que la impotencia se convierta en grito. Las injusticias dejan cicatrices.
De todos modos no puedo dejar de preguntarme: ¿Cómo vamos a salir de este tiempo tan oscuro si no es con los otros? Con los iguales y los distintos. Con las que piensan como nosotras y las que creen lo opuesto. Y no encuentro respuesta.
Parece que la libertad que avanza es la libertad de insultar, agredir, y avalar la revancha teñida de violencia de los de la propia tribu, porque sí, por identificación, por estar juntos en la trinchera, sin detenernos a pensar.
En el medio, los argentinos que usan el lenguaje inclusivo y los que llevan la RAE como bandera, sufrimos la misma inflación, iguales pérdidas, y un triste porvenir del que no tomamos dimensión.
"Está de moda ser cruel", un fragmento de las palabras del escritor Martín Kohan en Futuro Rock FM.
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